martes, 11 de agosto de 2015

Ya no encuentro manera de volver a ti.
No puedo decir que te extraño, hay días en los que me como mi mentira de que jamás exististe, me observo en el espejo y me sonrió como si no me faltara parte del rostro, esa parte que te llevaste pegada en tu chaqueta y me escondo unas horas en otros brazos que me dan el calor que me falta.
Tampoco puedo decir que no te extraño, hay días en los que me siento un bicho atrapado en una copa de vidrio tratando inútilmente de salir, corro buscando eso que me falta y tropiezo y me rompo las rodillas y lloro un poco, aún no sé que busco, a veces pienso que te busco a ti pero entonces me llegan fragmentos de recuerdos en los que te gritaba que no era feliz, que no te quería, que te fueras, que necesitaba estar sola para encontrarme pero tampoco me estoy buscando. Incluso hay días, me avergüenza un poco decirlo, pero hay días en los que me levanto y retrocedo años, a cuando estabas conmigo y me levanto fuerte y cuando voy a comerme el mundo reacciono y caigo.
He perdido.
Me he recogido unas cuantas veces el cabello mientras expulso mi rencor en el excusado
Ya no sé si me queda orgullo o lo deje tirado por ahí en alguna noche 
Ya no hablo de ti, mi memoria ya no es lo mismo y me faltan muchos detalles para poder contar la historia como es.
Estoy débil, como niña pequeña, recuerdo que siempre me decías que yo no sabia quererme o querer y tenías tanta razón, no puedo quererme y menos sin ti.
Aún así te quise, a mi manera.
Te quise aunque me hiciste traicionarme.
El epicentro del desastre siempre fue que tú sacabas la cara por las dos, mientras yo me quedaba sentada en mi lugar dentro del sótano de nuestra mente, no fue tuya toda la culpa pero los gritos me tenían aturdida ya no podía con el terremoto que hacíamos cuando nos encontrábamos.
Admito que no debí echarte pero no pensé que de verdad no volverías, hice tazas de té para ambas todas las noches por dos años esperando que entraras y tomaras una escoba y comenzaras a barrer mi desastre, al tercer año me rendí y aprendí a tomar la escoba de vez en cuando
Si estuvieras acá estarías tan decepcionada de mi que no sería capaz de mirarte a los ojos
Las únicas buenas noticias al final de todo esto es que te equivocabas cuando decías que nunca tendría el coraje de sentarme a enfrentarme a mi misma en una hoja blanca, cuando decías que jamás tendría el valor de exponerme desnuda en letras y lanzarme a un público hambriento.
Aquí estoy, por primera vez en nuestra vida, aquí estoy por mi misma ya no te tengo para salir corriendo pero aquí estoy.


ML.



No hay comentarios:

Publicar un comentario