jueves, 10 de marzo de 2016

Me debato entre irme y quedarme escondida en lo más opaco de tu rostro. Estoy saturada de mi misma, de mi soledad cíclica, de esta piel y este cuerpo sobrecalentado; me siento asqueada de mis propias palabras y del espejo cínico, me canse de la cara siempre maquillada que me sonríe con sarcasmo; me siento solo cuando tomo con el dedo meñique mis lagrimas y las introduzco en mi boca para saborearme y me molesto cuando lloro tan descontrolada que no me da tiempo para hacerlo bien. De tanto sonreír me han salido arrugas y de tanto reír sin ganas me quede sin  voz; cada mañana despierto con la traquea un poquito más cerrada, la saliva seca porque he vuelto a babear al dormir, porque he vuelto a hablar dormida, porque me niego a hablar sola con los ojos abiertos, porque estoy sola, por qué estoy sola. El dolor de la mandíbula me recuerda que aprieto los dientes cuando extraño y me acuesto en la habitación azul y me imagino que se mancha de rojo y me imagino amores falsos y me imagino historias nuevas. Introduzco poquito a poquito nuevos personajes y cuento con los dedos antes de obsesionarme, el olor a nuevo siempre es refrescante, acumulo memorias, me analizo, analizo a los personajes, a los viejos, a los nuevos. Ven. Tú también. Vengan todos puedo compartirles mis memorias, siempre estoy aquí. Los cumplidos no significan nada, sigo tapando los espejos cuando salgo desnuda del baño, la falsa admiración.

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